Wednesday, May 31, 2006

EL CRISTIANO EN LA SOCIEDAD (I)

EL CRISTIANO EN LA SOCIEDAD

(Editorial, sábado 27 de Mayo de 2006)


Con frecuencia nos quejamos de la sociedad en que vivimos. ¡”Es que ya no se puede vivir, usted. Con tanto crimen, con tanta inseguridad...Te roban te asaltan, te matan por menos de nada...Ya no se puede vivir así”!..Y a esta queja contra la violencia, podemos añadir otras...”Es que no hay trabajo, usted...Los salarios, las pensiones, no alcanzan para nada...Nuestros hijos se enferman, y las medicinas, carísimas”...Y más y más quejas.

Y la mayoría de las veces, nuestras quejas se quedan en eso, en quejas. Caemos en un conformismo social, estéril, que termina produciendo pesimismo y desaliento en nosotros mismos. No encontramos fácilmente formas de solución a tanto problema que nos aqueja. Y ante esta situación ¿qué tiene que hacer un cristiano?...

Si la sociedad está sí, no podemos conformarnos con que así se quede. Aquí urge la necesidad de un cambio. Un cambio en cada uno de nosotros, en nuestras actitudes más profundas. Pero no se trata sólo de un cambio personal. Porque cada uno de nosotros es persona individual y es persona social. Todos tenemos una dimensión social, que nos hace parte de esa misma sociedad de la que nos quejamos. Hay que orar, saber esperar, pero al mismo tiempo pasar a la acción. Al compromiso real y concreto para cambiar las estructura de nuestra sociedad, que es injusta, opresora e indigna de la persona humana.

Aquí se nos plantea la pregunta: ¿es necesario para el cristiano el compromiso social y político?...¿Es que no basta con un comportamiento ético correcto, siendo honestos, honrados?...¿y ese compromiso social, en qué consiste exactamente,..y cuáles son sus límites?... Vamos explicando por pasos...

Echemos primero una mirada a nuestra sociedad para entender cómo es y sobre qué elementos está montada. Y después veremos la alternativa, que es una sociedad digna de la persona humana, del hombre y mujer.

La nuestra es una sociedad enferma y desquiciada. ¿saben por qué?...Porque está basada en el “tener” y no en el ser. A cada persona y a cada grupo se le valora por lo que tiene, no por lo que es. Y esa es la raíz de los males.

Si usted es una persona honrada, honesta, una persona respetuosa y cabal...usted no pinta nada en esta sociedad... Pero si usted tiene dinero y propiedades, si usted tiene poder, títulos y prestigio..., usted triunfa en esta sociedad. Porque lo están juzgando por lo que tiene, no por lo que es.

Todas las Constituciones políticas de cada país declaran que los ciudadanos son iguales...Nuestra Constitución, por ejemplo, en su capítulo I y artículo 4° dice: “En Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos. El hombre y la mujer, tienen iguales oportunidades y responsabilidades”. Eso dice la letra de la ley. Pero todos sabemos que eso no se cumple. Y no hace falta poner ejemplos.

Una sociedad que vive y funciona así, es una sociedad desquiciada y enferma. De ahí viene el malestar y el descontento de la mayoría de la población.

En el campo económico: lo primero que salta a la vista es el afán por el dinero, la acumulación de capital, el deseo de poseer y consumir más y más cada día. Varios empleos, horas extras para ganar más y poder gastar más...
Esto produce un desquiciamiento del hombre respecto a la naturaleza. La utiliza y la destruye en su propio provecho egoísta...Un desquiciamiento del hombre con los demás hombres, a quienes considera competidores con los que se tiene que enfrentar, y si es posible, pasar por encima de ellos. Y un desquiciamiento consigo mismo, al dar más importancia a lo que tiene que a lo que es como persona.

Las consecuencias de este egoísmo desquiciante son la desigualdad entre unos pocos que tienen mucho y muchos que tienen muy poco. Produce también la dominación de unos sobre otros, y la represión y el abuso.

En el campo político: así como en el campo económico manda el dinero, en el campo político el que manda es el poder. Estamos de acuerdo en que la política es el ejercicio del poder. El problema está en saber quién detenta ese poder y cómo lo ejerce.

En la mayoría de países vivimos sistemas democráticos, que evidentemente son mejor que un sistema totalitario. Mediante nuestro voto, delegamos el poder en un grupito de gente, agrupada en un partido, que nos va a gobernar. De ahí, el votante parece que entrega también su capacidad de decisión. Y durante cuatro años, las decisiones quedan en un grupito partidario, que con frecuencia gobiernan más para sus propios intereses que para los de la población. Y a fin de cuentas, lo que manda es el poder de los que se encuentran en la cumbre del sistema.

En el campo cultural: si en lo económico y político mandaban el dinero y el poder, en lo cultural es el “prestigio”. Al niño no se le educa para ser buena gente, honesto, respetuoso...No. Se le educa para que en la vida tenga una posición desahogada, segura, un alto cargo, con buenos ingresos, que tenga autoridad en su trabajo y prestigio en su entorno social. Para eso se le educa. Para que el individuo pueda imponerse a los demás y sobresalir.

Esta radiografía que estamos haciendo de nuestra sociedad, nos arroja un balance aterrador. Esta sociedad que se basa en el TENER, se convierte en una sociedad inhumana, agresiva, intolerante e injusta. Una sociedad que produce desigualdad, opresión, rivalidad y marginación de los desprotegidos.

Y ante esta situación, nadie parece encontrar una solución. No se vislumbra la esperanza de salir de esta situación...

Y ahora preguntamos: ¿frente a ese tipo de sociedad, cuál la alternativa? ¿qué otro camino nos queda?... Y aquí entramos los cristianos a dar respuesta, defendiendo y apoyando el proyecto de Jesús. El de Jesús es un proyecto de una nueva sociedad. Una sociedad digna del hombre y mujer.

El proyecto de Jesús es un proyecto trascendente, que tendrá su consumación plena en el más allá. Pero no es un proyecto que mire sólo a la otra vida. El proyecto debe realizarse y empieza a realizarse en esta vida, en la transformación de nuestra sociedad, para que sea una sociedad digna del hombre y mujer.

Y el proyecto de Jesús no se limita sólo a lograr que las personas sean buena gente, que sean santos en lo individual. Junto a eso, la intención de Jesús es cambiar la sociedad. Es un proyecto social, que incluso tendrá implicaciones políticas. Una política sana. No corrupta, como nos tienen acostumbrados.

La sociedad está enferma, por el ansia de TENER, que nos ha invadido a todos. Tener dinero, alcanzar poder y tener prestigio.

Por el contrario, el proyecto que ofrece Jesús es una sociedad en la que hombres y mujeres comparten lo que son y lo que tienen. Una sociedad en la que todos se sirven mutuamente, y en la que se da la más plena solidaridad.
El compartir, el servicio y la solidaridad son los pilares en los que se asienta esta nueva sociedad, impulsada por el proyecto de Jesús.

Claro, -y lo decíamos la semana pasada- esto suena a utopía, a algo imposible de lograr. Y es cierto, porque el proyecto de Jesús no será plenamente alcanzable en este vida. Pero la meta de alcanzar la nueva sociedad, es algo a lo que nos tenemos que ir acercando un poco más cada día. Esa es la esperanza cristiana, que no nos permite quedarnos de brazos cruzados.

El cristiano o cristiana, la persona que tiene fe en Jesús y en su proyecto, debe ser el primer comprometido en la lucha por alcanzar esa nueva sociedad, cimentada no en el dinero, el poder y el prestigio, sino bien fundamentada en el compartir, en el servicio y en la solidaridad.
Esa es nuestra alegre obligación.

P. Paco Ortega
Comunicación. Conf. Episcopal Guatemala

2 comments:

Red de MCSC de C.A. said...

Uauu... P. Paco... desconocía esas dotes de articulista... ojalá publiquen tu colaboración en la prensa también... !Excelente!

P. Luis Guillermo, c.j.m.

LOGRO's said...

Padre, está muy bueno el artículo ¿cuándo nos envía la segunda parte?